Hay momentos en la vida en que nos apetece romper con la rutina diaria y evadirnos del estrés y del ajetreo que imponen las ciudades.
Poder disfrutar de uno o varios días de tranquilidad en un entorno diferente: en la montaña, en un pueblo típico, cerca de un lago, al lado del mar, poder realizar cosas sencillas: contemplar un amanecer o una puesta de sol o actividades que normalmente y por falta de tiempo ya no solemos hacer: excursiones, montar en bicicleta o a caballo, etc…